¿Sueles ocuparte de TODO en tu negocio? ¿Te gusta que las cosas se hagan “a tu manera”? ¿Con que frecuencia dices “es mejor si lo hago yo”?
Si eres como la mayoría de emprendedores, te gusta que las cosas se hagan de cierta forma y sueles cargar sobre tus espaldas una gran cantidad de tareas. Incluso puedes estar convencido de que tu misión en el mundo es acaparar tareas y de que vives rodeado de ineptos.
Con esa creencia resulta fácil caer en la trampa de hacerlo todo por uno mismo.
Hacerlo todo es como llenar un vaso de agua hasta el tope. Si intentas andar con el vaso lleno hasta el borde te das cuenta de lo fácil que es derramar el agua. Tu vaso ha alcanzado su capacidad máxima, está en el punto de derramamiento.
El principal impedimento que se encuentran las personas a la hora de delegar es el miedo a que las tareas no se realicen de forma óptima. Desterrar el miedo a delegar supone aceptar que el trabajo puede salir adelante aunque lo realicen otras personas y de forma distinta a la que hubiera empleado uno mismo. Y también supone aceptar que cuando se delega se hace un ejercicio de confianza en el compañero o en el equipo.
Síntomas para no delegar.
Síntomas que aparecen en el directivo que es reacio a delegar.
- Personal. Los empleados no le aportan ideas ni le dan a conocer sus preocupaciones. Esto puede indicar que el directivo se encuentra inaccesible y cerrado de mente. Hay una alta rotación de personal.
- Trabajo en equipo. Se trata a todos por igual, lo que implica que el directivo ha dejado de ver las diferencias que hacen única a cada persona. Se toma todos los éxitos y fracasos de la empresa como propios.
- Confianza. No se confía en que los demás puedan hacer el trabajo tan bien como uno mismo. Se tienen bajas expectativas sobre el desempeño de sus colaboradores.
- Control. El directivo con temor a delegar cree que todo depende de él para solucionar los problemas de la empresa. Cuando el negocio no prospera, la respuesta es controlar todavía más el trabajo.
- Estado de ánimo. Presenta un estado de ánimo bajo, que incluso puede convertirse en depresión o ansiedad. Se siente abrumado por la responsabilidad.
- Vida de familia. No sabe desconectar el trabajo de la vida familiar y perturba las relaciones en el hogar con las preocupaciones del trabajo.
- Petición de ayuda. Tiene dificultades para pedir ayuda. Su rasgo dominante es la autosuficiencia.
«La comunicación es la única tarea que no pedes delegar» Roberto Goizueta
Competencias morales – virtudes – necesarias para una buena dirección.
- Justicia. Dar a cada uno lo que le corresponde incluye evitar que los colaboradores se sientan minusvalorados y desmotivados para el trabajo.
- Respeto. Relacionada con la justicia está también un debido reconocimiento de la dignidad humana. Una actitud inaccesible y cerrada a las personas, sin reconocer las diferencias personales y el carácter único de cada persona, no es suficientemente respetuosa con la dignidad humana.
- Cuidado y desarrollo de las personas. El temor a delegar, como hemos visto, lleva a un menor desarrollo de las personas. Por el contrario, acciones formativas adecuadas pueden proporcionar a los colaboradores mayores posibilidades para poder delegar en ellos con éxito.
- Humildad. Sentirse tan imprescindible y central en el negocio, pensar que todo depende de uno mismo, puede manifestar soberbia. La virtud de la humildad, contrasta con la soberbia y la arrogancia, por ayudar a buscar la verdad sobre uno mismo y a no sobrevalorarse en exceso.
- Prudencia. Ponderar las decisiones y lo que se puede delegar y pedir ayuda son manifestaciones de prudencia, conocida también como sabiduría práctica.
- Fortaleza. Saber cortar con las preocupaciones empresariales al llegar a casa implica fortaleza.
- Templanza. Esta virtud ayuda a disfrutar del trabajo, sin caer en el mal humor, la angustia o la depresión, y sin ser esclavo del trabajo.